Sigo ya mismo con el relato de mis mocedades. Después del episodio de Javier me quedé hecho polvo, sumido en la más estricta depresión: Nadie Nunca me podría querer. Me consolé con algo de ligoteo fácil en el Carretas. Conocí, por cierto, a un chico interesantísimo, tocayo mío, pintor, supermoderno, simpático, divertido y con un sólo defecto: era MUY bajito. En noviembre de 1979 agonizaba mi abuelo paterno (el carlista, pobre hombre) mientras un servidor se fumaba sus primeros porros con dicho elemento subversivo.
Y a principios de 1980 sucedió algo inesperado. Paseaba una noche con Miguelón por Malasaña mientras le contaba un episodio de mi dificil adolescencia: concretamente la terrible experiencia de sentir como tu mejor amigo te la pega con el odiado profesor facha de gimnasia y F.E.N. El mejor amigo era J.A., un chico altísimo, algo mayor que yo, con mucho mundo, mi amor platónico de los 13 años. Era muy aficionado a la fotografía, tenía una Werlisa y salíamos los dos a hacer fotos y luego las revelábamos en el cuarto oscuro de un amigo de su madre, que era famosa y trabajaba en TVE. El caso es que el deleznable chulo de la OJE se enteró de que JA era experto en el tema de la fotografía y le pidió que le acompañara a comprar una cámara. Y un sábado, en vez de quedar conmigo para ir de fotos, quedó con el macarra de mierda. Desde entonces, mi relación con JA se había congelado. De hecho, en los últimos años no le había vuelto a ver.
Y de repente, le estoy contando todo esto a Miguelón, damos la vuelta a una esquina y ¡paf! me doy de golpe y porrazo con JA. Mucho más adulto, simpatiquísimo, superatractivo desde sus 2 metros largos de estatura. Miguelón se fue (en realidad ya se iba) y nos quedamos sólos, charlando de cincuenta cosas. Me puso al día de como habían terminado las cosas en el colegio (como el rosario de la aurora), intercambiamos teléfonos y quedamos en vernos. Y durante los dos años siguientes no paramos de vernos. Había montado una cooperativa de vídeo con unos amigos que había resultado ser un desastre económico. Recuerdo que estamos en 1980 y eso del vídeo nadie sabía lo que era. El caso es que para sobrevivir había encontrado un trabajillo como cámara de bodas y bautizos de los afamados salones "Lord Winston" y necesitaban alguien como yo para iluminar y llevar a cuestas el pesado magnetoscopio de las primitivas Betamax.
Fue un año muy divertido, JA rompió con su guapísima novia top model, al salir de las bodas -nos pagaban espléndidamente- nos poníamos de alcohol y porros hasta arriba y charlabamos de gilipolleces durante horas. Reconozco que me quedé otra vez un poco colgado, pero de otra forma, yo entonces ya tenía las cosas claras y buscaba algo real, posible, y él era TAN hétero...