¿Por qué asustarse de los ingenuos –pero posiblemente atinados (?)- comentarios sobre economía de una profesional de la limpieza?
Verán ustedes: Sucede que en la mayoría de los casos, las políticas macroeconómicas pueden afectar para bien o para mal al desarrollo de la actividad económica. El Banco Central Europeo hace la política monetaria, los distintos gobiernos sus políticas fiscales e industriales, suben y bajan los tipos de interés, se intervienen o desregulan los mercados, se obtiene déficit o superávit en las cuentas públicas, y eso altera de una u otra manera la riqueza personal de los ciudadanos.
Pero cuando sucede una Crisis –una verdadera Crisis, como la del 29, como la de los años 70 del siglo pasado, como la que ahora se nos presenta de repente, y todos se asustan y se sorprenden aunque estaba anunciada desde hace años- toda esa limitada reacción de la Autoridad Económica sirve de bien poco.
Porque lo que de verdad cuentan son las emociones. El sentimiento de la gente de que las cosas van mal e irán a peor. Si existe la impresión generalizada de que esto se hunde, esto se hundirá. Y "lo único que debemos temer es el temor mismo". Y la Kelly es la expresión paradigmática del Miedo.
John Maynard Keynes criticó el pensamiento panglossiano de los economistas clásicos (“todo sucederá de la mejor manera posible en el mejor de los mundos posibles”) al describir los mecanismos políticos, económicos y psicológicos que condujeron a la Gran Depresión.
El pesimismo económico de las sociedades funciona de manera idéntica –pero inversa- al optimismo de las burbujas: En momentos de bonanza, yo me compro una casa y un chalé y pido una ampliación de la hipoteca para tener un BMW más grande que el de mi vecino. Porque estoy seguro de que dentro de pocos años el valor de mi propiedad inmobiliaria se duplicará. Y los tipos seguirán bajitos eternamente. Toda esa confiada manera de pensar –multiplicada por millones de consumidores- genera prosperidad, pleno empleo y finalmente, si no se controla, especulación y burbuja.
Del mismo modo, si presiento un negro horizonte para mi hacienda personal, trataré de ahorrar, pondré en venta esa segunda residencia que no utilizo y ya nadie quiere comprar, dejaré el todoterreno en casa y tomaré el metro para llegar a la oficina. Y eso genera el declive de la demanda y del PIB y más paro y más recesión. Aunque también un aumento del ahorro de las economías domésticas que, a la larga, si se sabe aprovechar, puede conducir al movimiento oscilatorio opuesto del péndulo económico.
Así pues, ¿qué hacer?