Recién llegado de Perú. Hermoso país andino repleto de gente encantadora, paisajes incomparables y monumentos admirables. Fusión de genes andinos y españoles en el lenguaje, la pintura, la arquitectura, la gastronomía y la música. Sin embargo, la moda indigenista impera y pretende muchas veces ocultar la herencia europea. Ondea en los edificios públicos la bandera del Arco Iris, pero no significa lo mismo que en Chueca. Es la enseña de los pueblos nativos americanos, desde Alaska a la Tierra de Fuego. Y me parece perfecto que se defienda esa cultura, que indios quechuas y aymaras y demás reivindiquen sus derechos, que salgan de la miseria y de la postración en que muchos viven. Pero por favor, sin mitificar, sin idealizar un pasado muy glorioso pero superadísimo.
Y vuelvo a casa y me doy cuenta de que, también aquí, utilizamos los mitos embellecidos de un pretérito bastante imperfecto como arma arrojadiza contra los enemigos íntimos. Viriato y Don Pelayo vs. Boabdil y Azaña. Villarriba contra Villabajo y los del 3º B contra el 4 ext.dcha.
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