Hace algunos años (1998) se estrenó "Armagedón". Bruce Willis y su equipo de brillantes astronautas americanos salvaban al mundo de la destrucción total causada por el impacto con un asteroide gigante.
En su camino hacia el espacio exterior, hacían una paradita técnica en la estación espacial exsoviética MIR. Como es habitual, Hollywood daba una imagen pelín sesgada de la cosa: Los gringos llegaban en un super-transbordador de última generación y se encontraban con astronautas rusos stajanovianos (y un poco pirados) que malvivían entre las ruinas de un museo de las tecnologías obsoletas.
Y luego resulta que el Columbia se desintegra en el cielo y al Discovery –tras años de estudios y reparaciones y muchos dólares gastados- se le caen las losetas térmicas y se le desparrama la gomaespuma. Y sus astronautas pueden llegar a depender de los vehículos rusos para regresar a la Tierra.
Claro que todo se explica al leer esta noticia (El País, 4/8/2005):
"Un informe interno de la NASA elaborado el pasado diciembre advertía de deficiencias en la forma de colocar la gomaespuma que recubre el tanque externo de combustible del Discovery, según publica en su edición de hoy el diario The New York Times. (...) El informe lleva la firma de Conley Perry, un antiguo jefe de la división de control de calidad de la NASA en el Centro Espacial Jonson. Perry, que ya está jubilado, señala en su documento que los ingenieros de Lockheed Martin "no hicieron un trabajo minucioso" para identificar los posibles problemas con el revestimiento de gomaespuma. Este experto denuncia que la compañía estaba más preocupada por cumplir los plazos que por realizar controles de calidad exhaustivos. El documento, fechado en diciembre, advertía ya de que los posibles trozos de aislante sueltos "continuarán siendo una amenaza" que debería ser eliminada."
Y es que siempre hay algún directivo tiburón, más preocupado por la rentabilidad inmediata que por el trabajo bien hecho.
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