27 julio 2006

A propósito del Líbano

El objetivo principal de todo grupo terrorista es llamar la atención de la sociedad a la que ataca para provocar una sobreactuación, una réplica tan violenta que justifique al propio grupo terrorista y le dé la razón en su búsqueda de un hipotético “conflicto” entre un “ellos” y un “nosotros”.


ETA aparece en el País Vasco a finales de los años sesenta, precísamente cuando el régimen de Franco se dulcifica en parte, cuando los vascos disfrutaban de un nivel de vida muy superior al del resto de los españoles y cuando se les comenzaban a tolerar unas libertades (apertura de ikastolas, contestación política en seminarios y universidades) impensables en otras regiones del Estado. El pueblo vasco estaba oprimido, es cierto, pero bastante menos que el andaluz, el extremeño o el canario –y no digamos el madrileño, en una época en la que se retransmitían las campanadas de Fin de Año desde la sede central de la Dirección General de Seguridad.



En esas condiciones, ETA comete sus primeros atentados y el régimen sobreactúa: Juicios militares y últimos fusilamientos del franquismo contribuyeron a recuperar un “conflicto vasco” que estaba casi olvidado. También los gobiernos de la transición –y no sólo los de Felipe González con el GAL, también los de la UCD con grupos de mercenarios como ATE- colaboraron al enquistamiento del problema.



Pero en ningún caso, ni los gobiernos del tardofranquismo, ni los del centro-derecha, ni los primeros de la socialdemocracia se atrevieron nunca a utilizar al ejército al estilo de los británicos en el Ulster. Eso hubiera sido el peor de los errores y ahora nos podríamos encontrar con una situación “a la Belfast”, con barrios maketos y abertzales separados por alambradas y tanquetas en las esquinas. A eso nunca se ha llegado en el País Vasco.



Toda esta parrafada viene a cuento de lo que está pasando en Líbano y en la Palestina ocupada. El terrorismo no se combate con tanques, ni bombardeando ciudades, carreteras o aeropuertos. Al contrario, estos actos potencian la simpatía de la población bombardeada con el grupo atacado. Hasta los peores halcones del gobierno de Israel lo saben. Entonces... ¿No será que lo hacen adrede, terrorismo de Estado para provocar una sobreactuación del terrorismo gemelo de Hamás y Hezbollah, y justificar una vez más y durante unos años más la ocupación –condenada por la ONU- de Gaza y Cisjordania? ¿No será una forma de seguir haciendo imposible la existencia de un estado palestino, la consolidación de Líbano como un estado democrático e independiente de sus vecinos?



Y ahora siempre puede venir alguien, leer esta entrada y decir que Alfredo es un antisemita. No. No tengo nada contra los judíos ni en cuanto a raza (?) ni en cuanto a religión. Considero tremendo, inhumano e injusto el trato que recibieron históricamente en Europa. No sólo en la Alemania nazi, también en la España de los Reyes Católicos, en la Italia medieval o en la Rusia de los “pogroms”. Me siguen gustando las películas de Woody Allen -incluso en las que sale él como protagonista-. Y hasta me parece correcto que dispongan de un estado propio en la tierra sagrada de sus antepasados. Pero lo que hace desde 1967 (y desde antes, en realidad) el estado de Israel es simple y puro imperialismo fascista. Encerrar a los palestinos en bantustanes, rodeados por muros y alambradas, se parece demasiado a la Sudáfrica del apartheid o incluso al gueto de Varsovia.



Y quiero aclarar que puestos a ser semitas, los semitas de verdad son los árabes del Líbano y de Palestina, y no tanto los ciudadanos del estado de Israel, emigrados en su mayor parte desde Europa o las Américas despues de siglos de haberse mezclado con otras razas.

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