A raíz de mi anterior post –y del garrafal error de interpretación de una imagen-, me he sentido un poco como Iker Jiménez pillado in fraganti a la caza y captura de caras de Bélmez apocalípticas. Es cierto: 911 era el número telefónico de emergencias en los EE.UU. y no la precognición de un drama del siglo XXI (aunque no me negareis que el final del vídeo acojona un poco).
En mi descargo puedo decir que la mejor explicación a mi error está, precisamente, en el primer párrafo del post. El lenguaje es un virus. El lenguaje oral y el escrito, el verbal y el visual. Una cifra de tres números, 911, significaba en Estados Unidos -antes del 11 de septiembre de 2001- un teléfono de emergencias. Ahora es en todo el mundo el icono gráfico del desastre. De manera que mi primera reacción al verlo proyectado en esa pantalla azul del vídeo ha sido pensar: “esta mujer es una bruja”. Sin pararme a pensar que en el contexto en que se grabó la película (1986) el mensaje podía ser muy diferente. Y curiosamente, si buscamos “911” en Google España, el primer resultado será otra cosa muy distinta pero bastante evidente para los amantes del motor.
Entonces tenemos que –parafraseando a Marshall McLuhan- el mensaje es el contexto. O parte del mensaje, por lo menos. O más bien el contexto modifica, deforma, muta el mensaje.
Y termino –por hoy- con otro tema de Laurie Anderson sobre lenguaje y significados: White Lily
En qué película de Fassbinder
el hombre manco entra en la floristería y dice:
“¿Cuál es la flor que expresa... cómo pasan los días?
Y siguen pasando... interminablemente... empujándote... al futuro.
Los días pasan... interminablemente... interminablemente empujándote... al futuro.”
Y el florista dice:
“El lirio blanco.”
En mi descargo puedo decir que la mejor explicación a mi error está, precisamente, en el primer párrafo del post. El lenguaje es un virus. El lenguaje oral y el escrito, el verbal y el visual. Una cifra de tres números, 911, significaba en Estados Unidos -antes del 11 de septiembre de 2001- un teléfono de emergencias. Ahora es en todo el mundo el icono gráfico del desastre. De manera que mi primera reacción al verlo proyectado en esa pantalla azul del vídeo ha sido pensar: “esta mujer es una bruja”. Sin pararme a pensar que en el contexto en que se grabó la película (1986) el mensaje podía ser muy diferente. Y curiosamente, si buscamos “911” en Google España, el primer resultado será otra cosa muy distinta pero bastante evidente para los amantes del motor.
Entonces tenemos que –parafraseando a Marshall McLuhan- el mensaje es el contexto. O parte del mensaje, por lo menos. O más bien el contexto modifica, deforma, muta el mensaje.
Y termino –por hoy- con otro tema de Laurie Anderson sobre lenguaje y significados: White Lily
En qué película de Fassbinder
el hombre manco entra en la floristería y dice:
“¿Cuál es la flor que expresa... cómo pasan los días?
Y siguen pasando... interminablemente... empujándote... al futuro.
Los días pasan... interminablemente... interminablemente empujándote... al futuro.”
Y el florista dice:
“El lirio blanco.”
3 comentarios:
el post era genial.
las casualidades hacen que las cosas cobren otro sentido.
un abrazo.
Incluso sabiendo lo que es el número se pueden buscar consecuencias escalofríantes... ¿no lo es acaso que el número de emergencias de USA sea, precisamente, 911? vamos, como si desde que se decidió el número ya algo viniera avanzando la tragedia.
disfrutaría como un enano mcluhan ahora en españa, entretenido en estudiar el lenguaje que los medios de la voraz derecha, y su partido, utilizan para inventar una realidad a su gusto y metérsela en la cabeza a algunos millones de españolitos (que dios nos guarde, que diría machado)
un abrazo
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