Los dedos de las manos, los dedos de los pies, la
p**** y las dos
b****, hacen todo veintitrés. Así decía la poética canción de mis años escolares. Multiplicad por 300 y obtendréis como resultado 6.900, el número de apéndices netamente masculinos reunidos en torno a
Leónidas, rey de
Esparta. Puritita testosterona.
Si. Estoy hablando de
“300”, la peli recién estrenada, que lleva a las pantallas el
tebeo de Frank Miller sobre la batalla de las Termópilas. Me gustan las películas “de romanos” y me gustan los tebeos. Las críticas han señalado a “300” como de lo mejorcito del género. Todo indicaba que en la sesión del sábado por la noche iba a disfrutar.
Pues si y no. La cinta es entretenida, a veces sobrecargada de acción trepidante y salpicaduras diversas. Se acerca a la perfección técnica en el dominio de infografías, efectos, banda sonora. La estética es interesante, una fantasía oscura a años luz de la sensibilidad mediterránea que hubiera sido propia de la historia (¿dónde están los cielos luminosos del Peloponeso, dónde el mar azul, el vinoso Ponto?). Pero el guión y los textos... Son una basura, un panfleto neocon, un horror!!.
Me explico: Según el argumento, Leónidas y sus 300 valientes espartanos suponen el único obstáculo entre Jerjes, tiránico rey de los persas, y la libertad de los griegos. El resto de los griegos son pedófilos (los atenienses), cobardicas (los arcadios) o directamente traidores (los espartanos partidarios de la diplomacia y el pacto, esos que quieren romper Ejjparta y ceden al chantaje del Persa). Jerjes es una fantástica drag-queen, dos metros y medio de maricón con piercings, que organiza y dirige los innumerables efectivos de su poderoso ejército desde una carroza salida del carnaval de Tenerife. Los persas en general son “la horda asiática”, feos, mutantes, infrahumanos, pervertidos. Por el contrario, Leónidas y los suyos son recios muchachotes de dórico perfil, luchadores por la libertad, deportistas y heterosexuales 100% (a pesar de lo que parecen indicar esos arneses de cuero negro marcando pectorales... ¿por qué se me vienen a la cabeza los desaparecidos frescos del desaparecido y mítico Troyan’s?).
Es sólo un tebeo, me diréis. Un inocente desvarío fantástico, me diréis. Vale, pero no tan inocente. Sabemos el dinero y los intereses políticos que ha habido (y hay y habrá) detrás de algunas superproducciones de Hollywood a medio camino entre la agitprop y el show business. Conocemos la dificil situación política del círculo neocon intervencionista desde las elecciones americanas del pasado noviembre y la destitución de
Rumsfeld. Hemos leído en los últimos meses
ríos de tinta sobre la maldad intrínseca de los iraníes –los persas de hoy en día, horda asiática si cabe y musulmana para mas inri- y sus pérfidas
aspiraciones nucleares... Y
alguno de nuestros ilustres liberales ya ha empezado a utilizar el argumento "300" para sus particulares ensoñaciones patrias. Por cierto, los antiguos espartanos no eran "gays" porque en su época y en su lugar era innecesario el concepto "gay". Practicaban TODOS la bisexualidad y el homoerotismo desde su más temprana edad, era una tradición local, digamos.
En fin, ahora que Clint Eastwood nos ofrece una
visión dual, ajena a la propaganda, de la Segunda Guerra Mundial en el Pacifico, se me ocurre que tal vez estaría bien proyectar, al mismo tiempo y en los mismos cines que “300”, una peli sobre Jerjes, Leónidas y la batalla de las Termópilas, pero dirigida por
Kiarostami y basada en un comic de
Marjane Satrapi.