30 abril 2007

Kenia - Diario de viaje (VI)

6 de abril. Salimos de safari antes del amanecer, con tan sólo un café bebido en el cuerpo. Vemos jirafas. Un chacal. De pronto, el chivatazo radiofónico: En cierto lugar hay una manada de leones comiéndose a un búfalo. Gran estampida de furgonetas por la sabana y concentración de cámaras en torno al suceso del día, como paparazzi persiguiendo a una selvática familia real. Son animales tremendos, emblemáticos, dignos de figurar rampantes en los más nobles blasones.

Pasamos allí un rato largo viéndoles disfrutar el regio festín y luego marchamos en busca de nuevos trofeos. Avestruces marchando en formación, cruzando la carretera en fila de a dos. Un leopardo camuflado en la copa de un árbol, dormitando a la espera de su hora punta, la noche. Cebras. Una gueparda -¿se dice así?- amamantando a sus cachorros. Estoy cansado y vuelvo a tener problemas de alergia. Lloro sin parar. Volvemos al hotel y después del desayuno, casi todos se apuntan a una visita al poblado de los masai. Yo me quedo leyendo y descansando, poco interesado en cuestión de trajes regionales y danzas típicas. Además, mis tripas siguen molestando y empiezo a creer que la culpa la tiene el dichoso Malarone. Por la tarde hacemos otro safari: Más leones, acacias solitarias, grullas coronadas. Cuando vamos de regreso al hotel, Simón señala un punto en lo alto de una colina. Vemos gente y una furgoneta, debajo de una gran acacia. Simón explica que están allí para alimentar a un león viejo que no puede ya cazar. Es broma, claro, y al llegar más cerca nos damos cuenta del engaño. Se trata de una sorpresa que Alfonso ha querido ofrecernos como despedida: Un catering con la cena en medio del monte, contemplando una espectacular puesta de sol. Tomamos vino sudafricano y unos pinchos surtidos mientras el cielo medio nublado va registrando todos los posibles tonos del ocaso. En este preciso momento es cuando me rindo a la evidencia: África merece la pena!


1 comentario:

jm dijo...

bravo por el travelín, el final es bonito de verdad, de la buena.