Religión. ¿Existe un Dios Omnipotente, Omnisciente, Pantocrátor? A la mayoria de la gente le gusta pensar que sí. Y se agarran a cualquier religión como a un clavo ardiendo, a supersticiones diversas que aseguran una continuidad de la vida después de la muerte. A cambio, claro, de cuantiosos diezmos y estricta disciplina.
Por mi parte, no tengo ninguna esperanza de gozar la Gloria en el Reino de los Cielos, ni de reencarnarme alguna vez en lama tibetano. Pero si, tengo una cierta idea de Dios como encarnación metafísica de la única respuesta posible –por poco razonable que sea, por fácil o simplona que parezca- a la eterna pregunta del POR QUÉ de este bonito cosmos que habitamos. Pues si la ciencia puede quizás explicarnos el cómo o el cuándo del origen del universo, dudo que nunca llegue a tener soluciones para una cuestión que es puramente filosófica.
Ahora bien, el problema se presenta cuando pasamos de la filosofía a la teología. Y es entonces cuando topamos con la Iglesia, con los ayatolás, con los gurús. Intermediarios del Todopoderoso, promotores comerciales del Más Allá, siempre compitiendo por aumentar su cuota de mercado.
Dejando de lado el tema de la Media Luna y otras creencias exóticas, me gustaría dejar constancia de algunas opiniones respecto al cristianismo:
- Jesucristo posiblemente fuera guay del paraguay, sanaba leprosos, luchaba como el Che Guevara contra los ricos y poderosos de este mundo, multiplicaba la cena sin comprar en el Lidl y ponía la otra mejilla cuando le daban una galleta. Pero también podía ser un pedazo de bestia: la que les cayó a los pobres pero honrados comerciantes del Templo fue de campeonato y revela un temperamento pelín furioso y fanático. En cuanto a lo que le hizo a su madre, dejándola virgen, viuda y sin pensión –cuando podía haberle ahorrado tanto sufrimiento con un poco de mano que hubiera tenido con el bueno de Pilatos- nos deja entrever la egocéntrica personalidad de un mal hijo, cerril e insensible ante los dolores maternos.
- Y qué decir del Yavéh del Antiguo Testamento... Un nacionalista colérico y agresivo, dispuesto a exterminar un par de ciudades (Sodoma & Gomorra) por un quítame allá esos vicios nefandos. Con una absurda obsesión por evitar las enfermedades de transmisión sexual y la triquinosis mediante la casi total abstinencia de sexo y el completo ayuno de todo producto cárnico derivado del porcino. Y bueno, eso lo entiendo en una época de pésimas condiciones sanitarias, pero es que también prohibía comer gambas o calamares –véanse capítulos referidos a la seguridad alimentaria en el Levítico.
- Con esos precedentes, los primeros cristianos se ponen a practicar su religión. Como es nuevecita, se pueden inventar un Dogma, una Liturgia y un Organigrama a base de retales de lo que veían por ahí: Tomamos una base de judaísmo, lo mezclamos con un poco de Isis y de Mitra, cuarto y mitad de Sol Invicto y aliñamos con mucha púrpura. Sírvase frío y acompañado con una copita de moscatel. Al principio reina la armonía: los cristianos son muy buenos, pacifistas y tal, y parece ser que por eso Nerón y otros emperadores les tienen tirria y los echan de comer a los leones del Coliseo. A pesar de ello, crecen y se multiplican muchísimo, y entonces los emperadores romanos les empiezan a tener respeto. Constantino les reconoce y promociona (in hoc signo vinces) y a partir de ahí se crecen.
- Entonces –y esto no se suele contar en las películas de romanos- comienzan las persecuciones de verdad, mucho más crueles y sanguinarias que las del pobre Nerón. A sangre y fuego, los cristianos acaban en pocos años con la diversidad religiosa en el Imperio. En la actual Turquía se pueden visitar las espléndidas ruinas de Afrodisia, ciudad que fue arrasada en el siglo IV por negarse a dejar de practicar el antiguo culto de su diosa patrona, la sensual Afrodita. ¿Qué fue de los adoradores de Isis y Osiris, de las vírgenes vestales, qué pasó con los misterios priápicos? Prohibidos, condenados, ejecutados.
- A todo ésto, los mismos cristianos se ponen a competir entre ellos con una pléyade de desviaciones y herejías que -bajo el manto de sesudas disquisiciones teológicas- encubren una lucha a muerte por el poder terrenal. Tampoco se nos cuenta que el 80% del actual dogma católico, por no hablar del ortodoxo, es fruto de aquellos conflictos.
- La Edad Media se nos representa como una edad de oro para la Fé, con bellas catedrales, monjes benedictinos ilustrando códices miniados y aguerridas cruzadas en Tierra Santa. Pero también hay papas de nueve años impuestos por la guerra de familias nobiliarias, corrupción generalizada en las altas y bajas jerarquías, se crea el Santo Oficio, los cruzados saquean Constantinopla y los albigenses son exterminados.
- En el Renacimiento, Gutenberg y las mejores condiciones de vida permiten otras voces. La mayoría de la gente está harta, los clérigos sufren una merecida mala fama y los Borgia no ayudan con su conducta licenciosa en la cúspide de la Iglesia. En estas condiciones, un fraile alemán predica contra el Papa de Roma, con gran éxito de público y crítica. Su Santidad se cabrea y manda perseguir al disidente. Ocasión que ven que ni pintada muchos príncipes nórdicos para proclamar su independencia frente a esos pesados de los Habsburgo. Se inaugura entonces un festival de 200 años de matanzas sin límite en nombre de un mismo Dios con distintos matices. Resultado: Tablas.
- Albricias, llega la Revolución Francesa y con ella, los derechos del hombre y la libertad de pensamiento... ¡Qué bonito! Pero también los revolucionarios cometen algunos excesos y la caza del cura se convierte en deporte frecuentemente practicado. Las Iglesias se enrocan en su versión más reaccionaria, amenazan, excomulgan, anatemizan. Pero ya no tienen todas consigo, la Ciencia y su prima la Tecnología desmienten sus artículos de fé, el mundo ya no es como dice la Biblia. La luz eléctrica ahuyenta los fantasmas y hace más por el ateismo que doscientos Robespierres.
- Y así llegamos a nuestros siglos XX y XXI, ese periodo donde brilla la paz, la razón y la armonía universal. La religión se convierte en fenómeno de masas, más basado en difusas tradiciones –comer turrón en Navidad- que en sólidas creencias. Tras una época de predominio reaccionario que termina con el pontificado de Pío XII, la Iglesia Católica procura adaptarse a nuevos públicos y ocupar nichos de mercado. Woityla es el máximo exponente: vende pura tradición en un envase rediseñado al gusto de los consumidores.
Por mi parte, no tengo ninguna esperanza de gozar la Gloria en el Reino de los Cielos, ni de reencarnarme alguna vez en lama tibetano. Pero si, tengo una cierta idea de Dios como encarnación metafísica de la única respuesta posible –por poco razonable que sea, por fácil o simplona que parezca- a la eterna pregunta del POR QUÉ de este bonito cosmos que habitamos. Pues si la ciencia puede quizás explicarnos el cómo o el cuándo del origen del universo, dudo que nunca llegue a tener soluciones para una cuestión que es puramente filosófica.
Ahora bien, el problema se presenta cuando pasamos de la filosofía a la teología. Y es entonces cuando topamos con la Iglesia, con los ayatolás, con los gurús. Intermediarios del Todopoderoso, promotores comerciales del Más Allá, siempre compitiendo por aumentar su cuota de mercado.
Dejando de lado el tema de la Media Luna y otras creencias exóticas, me gustaría dejar constancia de algunas opiniones respecto al cristianismo:
- Jesucristo posiblemente fuera guay del paraguay, sanaba leprosos, luchaba como el Che Guevara contra los ricos y poderosos de este mundo, multiplicaba la cena sin comprar en el Lidl y ponía la otra mejilla cuando le daban una galleta. Pero también podía ser un pedazo de bestia: la que les cayó a los pobres pero honrados comerciantes del Templo fue de campeonato y revela un temperamento pelín furioso y fanático. En cuanto a lo que le hizo a su madre, dejándola virgen, viuda y sin pensión –cuando podía haberle ahorrado tanto sufrimiento con un poco de mano que hubiera tenido con el bueno de Pilatos- nos deja entrever la egocéntrica personalidad de un mal hijo, cerril e insensible ante los dolores maternos.
- Y qué decir del Yavéh del Antiguo Testamento... Un nacionalista colérico y agresivo, dispuesto a exterminar un par de ciudades (Sodoma & Gomorra) por un quítame allá esos vicios nefandos. Con una absurda obsesión por evitar las enfermedades de transmisión sexual y la triquinosis mediante la casi total abstinencia de sexo y el completo ayuno de todo producto cárnico derivado del porcino. Y bueno, eso lo entiendo en una época de pésimas condiciones sanitarias, pero es que también prohibía comer gambas o calamares –véanse capítulos referidos a la seguridad alimentaria en el Levítico.
- Con esos precedentes, los primeros cristianos se ponen a practicar su religión. Como es nuevecita, se pueden inventar un Dogma, una Liturgia y un Organigrama a base de retales de lo que veían por ahí: Tomamos una base de judaísmo, lo mezclamos con un poco de Isis y de Mitra, cuarto y mitad de Sol Invicto y aliñamos con mucha púrpura. Sírvase frío y acompañado con una copita de moscatel. Al principio reina la armonía: los cristianos son muy buenos, pacifistas y tal, y parece ser que por eso Nerón y otros emperadores les tienen tirria y los echan de comer a los leones del Coliseo. A pesar de ello, crecen y se multiplican muchísimo, y entonces los emperadores romanos les empiezan a tener respeto. Constantino les reconoce y promociona (in hoc signo vinces) y a partir de ahí se crecen.
- Entonces –y esto no se suele contar en las películas de romanos- comienzan las persecuciones de verdad, mucho más crueles y sanguinarias que las del pobre Nerón. A sangre y fuego, los cristianos acaban en pocos años con la diversidad religiosa en el Imperio. En la actual Turquía se pueden visitar las espléndidas ruinas de Afrodisia, ciudad que fue arrasada en el siglo IV por negarse a dejar de practicar el antiguo culto de su diosa patrona, la sensual Afrodita. ¿Qué fue de los adoradores de Isis y Osiris, de las vírgenes vestales, qué pasó con los misterios priápicos? Prohibidos, condenados, ejecutados.
- A todo ésto, los mismos cristianos se ponen a competir entre ellos con una pléyade de desviaciones y herejías que -bajo el manto de sesudas disquisiciones teológicas- encubren una lucha a muerte por el poder terrenal. Tampoco se nos cuenta que el 80% del actual dogma católico, por no hablar del ortodoxo, es fruto de aquellos conflictos.
- La Edad Media se nos representa como una edad de oro para la Fé, con bellas catedrales, monjes benedictinos ilustrando códices miniados y aguerridas cruzadas en Tierra Santa. Pero también hay papas de nueve años impuestos por la guerra de familias nobiliarias, corrupción generalizada en las altas y bajas jerarquías, se crea el Santo Oficio, los cruzados saquean Constantinopla y los albigenses son exterminados.
- En el Renacimiento, Gutenberg y las mejores condiciones de vida permiten otras voces. La mayoría de la gente está harta, los clérigos sufren una merecida mala fama y los Borgia no ayudan con su conducta licenciosa en la cúspide de la Iglesia. En estas condiciones, un fraile alemán predica contra el Papa de Roma, con gran éxito de público y crítica. Su Santidad se cabrea y manda perseguir al disidente. Ocasión que ven que ni pintada muchos príncipes nórdicos para proclamar su independencia frente a esos pesados de los Habsburgo. Se inaugura entonces un festival de 200 años de matanzas sin límite en nombre de un mismo Dios con distintos matices. Resultado: Tablas.
- Albricias, llega la Revolución Francesa y con ella, los derechos del hombre y la libertad de pensamiento... ¡Qué bonito! Pero también los revolucionarios cometen algunos excesos y la caza del cura se convierte en deporte frecuentemente practicado. Las Iglesias se enrocan en su versión más reaccionaria, amenazan, excomulgan, anatemizan. Pero ya no tienen todas consigo, la Ciencia y su prima la Tecnología desmienten sus artículos de fé, el mundo ya no es como dice la Biblia. La luz eléctrica ahuyenta los fantasmas y hace más por el ateismo que doscientos Robespierres.
- Y así llegamos a nuestros siglos XX y XXI, ese periodo donde brilla la paz, la razón y la armonía universal. La religión se convierte en fenómeno de masas, más basado en difusas tradiciones –comer turrón en Navidad- que en sólidas creencias. Tras una época de predominio reaccionario que termina con el pontificado de Pío XII, la Iglesia Católica procura adaptarse a nuevos públicos y ocupar nichos de mercado. Woityla es el máximo exponente: vende pura tradición en un envase rediseñado al gusto de los consumidores.
1 comentario:
Aqui el peluche que no es que esté camuflado es que no ha metido la contraseña y eso
Enhorabuena Alfredo por tu blog y sabes que puedes contar con todos para lo que necesites..
Comprendeló, alguien a quien le gusta Vainica Doble se merece estar al principio de la lista.
Un saludo y Adelante
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