12 abril 2005

Mi vida - 1984


En una de mis primeras salidas en plan escayola, acudo a un acontecimiento mítico: La fiesta de presentación de "La Luna de Madrid" en el hotel Palace, diciembre 1983, con actuaciones de Golpes Bajos y mis idolatradas Vainica Doble. Están todos los famosos, entre ellos Carlos Berlanga, con quien ya he coincidido alguna vez en la barra del Ras y que no me quita ojo. Poco después recibo mi primera paga extra de Navidad, que invierto integramente en un espectacular equipo de música. Coincido un par de veces con Luis, el amigo de Miguelón, y cambio de opinión respecto a él. Antes de la mili me había parecido un niñato cretino, ahora me parece un loco encantador. Una tarde quedamos en un antro de Malasaña. El pretexto es la actuación en directo de su amiga Paloma –punki de El Viso- con su nuevo grupo. Imitan a los Pale Fountains, pero se han metido un tripi o algo peor y no hacen más que desbarrar y el concierto se suspende. Luis y yo, acodados en la barra, nos descojonamos de todo. Pedimos cocacolas, que mezclamos con una botella de whisky DYC comprada en el ultramarinos y escondida en la gabardina. El resultado: Tremenda borrachera, vomitona y resaca mortal al día siguiente. Durante años no soportaré el sólo olor del whisky. Pero nos hacemos superamigos. Me presenta a sus otras amigas: Lulú es punki masoquista, tiene un grupo de estética nazi y se dedica a entrar en los bares de negros de Chueca (entonces los había) gritando cosas como "negros, hijos de puta, iros a Africa". Los negros, naturalmente, la canean –y ella es feliz. Luego está Edith Puaff, la exhuberante venezolana -heredera de un imperio petrolero al otro lado del charco- que ha formado con Paloma un grupo inspirado en Devo. Su mayor éxito es el superhit "hombre caramelo". Y por último, Mar, una chica de la que me hubiera podido enamorar –si yo no fuese tan poco bisexual. Mar es muy joven y ya tiene un pasado. Morena y garbosa, tiene un aire como de miliciana de la Guerra Civil. Tiene cabeza, tiene tetas, volvería locos a muchos hombres, pero se complica siempre la vida con amores difíciles. En Carnaval nos disfrazamos y nos colamos en el baile del Círculo de Bellas Artes. Mar y su prima Susana van de princesas rusas, Luis de superhéroe de plástico, yo de fraile –lo que me permite ligar con un montón de monjas, obispos y cardenales.

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