Nueva York, Bali, Madrid, Londres.
Kabul, Sarajevo, Gaza, Grozni, Bagdad.
Hay ahora mismo dos sangrientas guerras en nuestro terrible mundo globalizado.
De una parte, la que mantienen unos pocos fanáticos religiosos que dicen representar al islam. Asesinan y aterrorizan. No a los líderes del G8, no a los altos ejecutivos de las compañías del Dow Jones, del Ibex, del Footsie 100. Matan a la gente corriente –gente de cualquier raza, bandera o creencia- que coge el metro a las siete de la mañana para llegar al trabajo.
De otra, la de quienes se erigen en líderes de una santa indignación, la de quienes dicen representar los valores eternos de la Democracia y la Libertad. Y reparten a continuación bombas-margarita sobre los campos de Kandahar. Campos que luego se poblarán de adormideras, campos que serán atravesados por oleoductos que darán pingües beneficios.
Pero la verdadera guerra es ideológica y la tenemos aquí, en casa. Es la lucha por la prevalencia de la Razón sobre las vísceras.
Y me remito a este enlace.
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