Los inodoros: Los hay "western style" y "japanese style". Siempre higiénicamente limpios. Los japoneses son tipo letrinas de la mili pero en plan lujoso. Los occidentales, el común WC pero más tecnológico: Tienen una serie de botones: uno te pone la tabla calentita, otro te riega con un chorrito de agua templada la zona anal, y el último igual pero con especial atención para las niñas y sus cosas.
Un mercado mayorista de pescado en Tokio: Experiencia salvaje, muy recomendada por la Rough Guide. Como Mercamadrid pero sólo de pescado y a lo bestia. A primera hora de la mañana, ya se han celebrado las subastas pero sigue el ajetreo de carga y descarga. Llegar hasta los resbaladizos callejones entre una horda de carretillas elevadoras descontroladas es ya jugarte el tipo. Una vez dentro, te sientes bastante incómodo entre la barahunda de trabajadores y clientes. Si lo superas, el espectáculo es magnífico: Atunes mutantes, langostas radiactivas, calamares monstruosos, mejillones del tamaño de una caja de zapatos. Godzilla se alimenta aquí.
Descalzos en el parqué: Cada vez que entras a determinados sitios (templos, casas antiguas, museos, algunos restaurantes) te tienes que descalzar. A veces te ofrecen zapatillas –tamaño estándar, talla 37. Yo calzo un 46. Lo que significa que hago las visitas descalzo en pleno mes de noviembre y con los suelos helados. Al segundo día llevaba un resfriado que ríete tu de la gripe aviar. ¡Con el agravante de que sonarse la nariz en público está muy mal visto!
Rezar en el templo: Llegas comiendo galletas de arroz (con sabor a salsa de soja, a algas, a wasabi...) y te purificas en la fuente. Compras una barrita de incienso y la quemas en el sahumerio. Te atufas bien con el humo del incienso, para ahuyentar los malos espíritus. Te diriges a un altar donde no hay dioses propiamente dichos, sólo cosas (un jarrón, un adorno de bronce) en donde pueden habitar los dioses. Das unas palmaditas (o tocas la campana) para llamar la atención de la deidad elegida, juntas las manos en una breve oración y formulas tu deseo. Ya está. Antes de irte, puedes comprar un amuleto para aprobar un examen de física o una caja de tus galletas de arroz favoritas.
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