27 diciembre 2005

Fantasmas



Entre las desdichas que inevitablemente asocio con la Navidad, la ausencia de los seres queridos y ya fallecidos no es la menos dolorosa. Creo que es por eso por lo que, estos días, sueño frecuentemente con ellos. Varias cenas indigestas y a deshoras magnifican el estilo surreal de mis pesadillas. Veo, así, a mi abuela guisando almejas a la marinera en su cocina-santuario, expulsando de allí a gritos a su hermana, mi tía-abuela Angela. Mi madre conduce un rojo deportivo italiano tocada con una peluca rubio-platino y le digo que no se preocupe por su salud, los médicos mienten. Mi padre me enfurece: se empeña en escuchar el programa de Federico Jiménez Losantos y propone boicotear el cava catalán. Prefiero no discutir con él y me pongo a hablar con mi tía Maruja, que me pregunta por mi trabajo. Ella conoce a un transportista que seguro me puede proporcionar un buen enchufe. "Nadie me puede salvar", le digo, desesperanzado. Y quiero irme, porque he quedado a las doce en Rick’s con Diego, como cada Nochebuena desde 1984.
¡Feliz 2006!

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