28 julio 2005


Como sabeís, trabajo desde hace unos meses en la ventanilla de un banco. No siempre ha sido así: durante los dieciocho años precedentes he trabajado en los servicios centrales, editando una revista de bolsa primero, como documentalista después. Como consecuencia de sucesivas fusiones y reestructuraciones, la empresa decidió reducir al mínimo el personal contratado en servicios centrales, sustituyéndolo por subcontratas, becarios, etc...
En cualquier caso, fue un mal trago cuando me llamaron de Recursos Inhumanos para comunicarme el traslado a la ventanilla de una sucursal. Se habían fijado en mí, no por malos informes de mis superiores, no por un trabajo mal realizado, sino por ser un HOMBRE SOLTERO DE EDAD MEDIANA. Sin responsabilidades en la vida (que ellos conozcan), sin raíces que me aten, demasiado joven para la prejubilación, demasiado viejo para la subcontratación.
Bueno, fue un mal trago que ya he superado. He perdido algunas cosas y he ganado otras: Gano un poco menos, pero ahora salgo todos los días a las tres de la tarde y tengo mucho más tiempo de ocio. El trabajo no me gusta, pero soy flexible y a todo me puedo adaptar.

Y hoy, miércoles 27 de julio, recibo en mi puesto de trabajo un sobre grandote con mi nombre escrito a mano (letra redondilla) y remite de Recursos Humanos. Tiemblo. Rasgo el sobre y extraigo un tarjetón.

Resulta que hoy, miércoles 27 de julio, festividad de San Pantaleón, celebro mi cumpleaños. Y la Dirección Territorial de RR.HH. me desea mucha felicidad y todo tipo de parabienes en fecha tan señalada.

O sea, que yo sobraba como documentalista experto en economía y sector financiero. Pero hay una persona en RR.HH. que dedica su tiempo –tan escaso, tan valioso- a enviar tarjetas de felicitación a los empleados que cumplen años.

Señores, ésto es la Empresa Privada, ésto es Eficiencia, esto es Motivación.

20 julio 2005

Mi vida. 1985. Edith.



Ahora mismo estaba haciendo zapping, aburrido. De repente, paso por Telecinco. Operación Triunfo. No suelo ver mucho la tele, y menos estas cosas tan penosas. En la pantalla, una de las alumnas suelta lagrimitas mientras la profesora le conmina a que sea fuerte y triunfe. Patético.
Pero de pronto, doy un respingo. Esa voz. Esa cara. Tiene que ser... Edith!

Edith era amiga de Paloma, amiga de Luis. Paloma tocaba la guitarra eléctrica en el grupo de Edith, que se llamaba "Edith Puaff". Recuerdo el concierto de presentación del grupo, en un antro heavy de la calle de la Madera. Edith llevaba una camiseta amarilla de su grupo favorito, Devo. Para acabar tocaron su super-éxito, "hombre caramelo", mientras arrojaban caramelos al público.

Nos hicimos bastante amigos. Yo entonces disponía del viejo Seat 124 de mi madre, y a veces les ayudaba a cargar el (austero) equipo musical hasta el lugar donde actuaban.

Edith compartía un piso bastante grande, cerca del Manzanares, con dos chicos venezolanos. Los dos entendían. Uno de ellos, Gamal, era un tiarrón de uno noventa que me tiraba los tejos. Yo me dejaba querer, pero no era mi tipo.

El caso es que organizaron una fiesta en aquella casa, para celebrar un cumpleaños o algo así. Yo iba con Eduardo, al que acababa de conocer por Diego. Estaba Edith (reina de la fiesta). Estaba Luis (emperatriz). Estaba Gamal (papisa). Demasiadas testas coronadas. Había también en la fiesta un chico noruego y rubio como la cerveza. De pronto, se oyen unos gritos en la cocina: Luis y Edith se pelean por el amor del noruego (que está en la inopia y no se entera de nada). Edith le llama a Luis "maricón" y Luis le contesta con un "sudaca de mierda" que oye Gamal. Éste le propina un puñetazo a Luis. Le rompe la nariz y a continuación se produce un alboroto en el descansillo de la escalera. Se rompen cristales, Luis sale huyendo, se presenta la policía municipal, alertada por los vecinos. Eduardo y yo nos vamos en cuanto podemos. Acabamos en el Ras, con un grupo de refugiados de la fiesta entre los cuales está Jesús Ramos (un magnífico pintor que no sale en Google, que gran error de Google).

A partir de aquel día mi relación con Edith se enfrió bastante, más que nada porque era Luis quien servía de vínculo. Me la encontraba por ahí de vez en cuando, siempre encantadora. Sabía que seguía en el mundo de la música. Hace unos días me enteré de que actuaba en los Veranos de la Villa. Y verla hoy en OT me ha recordado aquellos días, tan locos, tan divertidos.

14 julio 2005

Mi vida. 1990. Estambul.



En Enero de 1990 estoy en Estambul, de turismo con Ignacio. Hace un frío polar, llueve a mares y anochece a las cuatro de la tarde. Después de un par de días de visitas culturales, lo que nos apetece de verdad es un poco de puteo, conocer los detalles de una verdadera pasión turca.
Como vamos sin Spartacus ni ningún tipo de información, metemos contínuamente la pata. Paseando cerca del Hipódromo, unos chulazos que venden costo nos abordan: "What are you looking for, boys?, are you looking for HASH?". Ignacio entiende "Are you looking for US?" y, muy refitolero, les contesta: "No, because your’re very ugly!".

Pero lo peor acontece una noche, al salir medio pedos de tomar una copa en la cafetería del Sheraton, junto a la plaza Taksim. Sabemos que dicha plaza es conocida por su animado ambiente nocturno. Que se limita a cuatro mariquitas infumables y unos cuantos chaperos de aspecto peligroso. Cuando estamos a punto de tomar un taxi para volver a nuestro hotel, aparece el Hombre. Alto, guapo, con bigote a la turca, perfectamente trajeado, entabla conversación con nosotros en inglés. Ignacio, que tiene el puntito alcohólico un poco mayor que el mío, le pregunta directamente por sitios de ligue. El Hombre responde que nos lleva a tomar una copa en la mejor disco gay de la ciudad, muy cerca de allí. Comenzamos a andar los tres por una avenida desierta. Poco después doblamos por un callejón infecto y oscuro. Al fondo, un luminoso de neón: "Caravelle Night Club". A mi aquello me da muy mala pinta, pero Ignacio está lanzado y entusiasmado con su conquista.

Según entramos, veo clarísima la encerrona. El local está vacío, pero nos sientan en un rincón del fondo, junto al pequeño escenario en donde una pilingui ejecuta lastimeramente la danza del vientre. Y se nos sientan a la mesa dos travestones con la clara intención de meternos mano e incitarnos al descorche. Ignacio sigue atontao y no reacciona cuando nos traen unas cervezas y unos paquetes de Marlboro que ha pedido nuestro Hombre. Inicia una animada charla con su travelo mientras yo intento evitar el acoso del que me ha tocado en la rifa. Cuando consigo zafarme y pedir la cuenta, las cosas empiezan a ponerse feas. La cuenta asciende a la bonita suma de 150 dólares (unas 20.000 pesetas de la época) y, al protestar por el abuso, el simpático camarero se pone furioso en otomano. Nuestro Hombre nos advierte: Salir a la calle (al oscuro callejón) sin haber apoquinado la deuda es "very dangerous".

Entonces recurro a la mejor de mis interpretaciones, modo mariquita dramática. No tenemos dinero, somos muy pobres, estamos aterrorizados y confusos, suplicamos su clemencia. Les enseño la cartera, les ofrezco todo lo que llevo (unos 30 dólares. En un bolsillo interior de la cazadora llevaba otros 300, pero eso no se lo digo) y les indico que tendremos que volver andando a nuestro lejano hotel, ya que nos hemos quedado sin blanca para un taxi. Tras un breve cruce de palabras entre el Hombre y los mafiosos del Caravelle, quedamos en libertad. Mientras andamos entre sombras por el callejón y hacia las luces de la avenida, un borrachísimo Ignacio va soltando maldiciones, con históricas referencias a Lepanto y Don Juan de Austria.

Un par de noches después, mientras damos vueltas inútilmente por una ciudad gigantesca e inhóspita buscando algo que tenemos de sobra en casa, Ignacio me confiesa su profunda desesperanza: tenemos algo más de treinta años, todas nuestras historias sentimentales han sido sonoros fracasos, seguimos viviendo con nuestros padres, y cuando éstos mueran estaremos sólos en la vida. Se plantea hasta cambiar de acera y casarse, tener hijos...

Intento consolarle y ser positivo, pero lo cierto es que también yo atravieso una crisis desde el otoño anterior.

10 julio 2005

Rodrigo y Manuel




Tangencialmente, Rodrigo, su escultura y sus dibujos marcaron algunos hitos importantes en mi vida.


Ya me he comprado la reedición, muy recomendable.

09 julio 2005

El sueño de la razón produce...



Nueva York, Bali, Madrid, Londres.

Kabul, Sarajevo, Gaza, Grozni, Bagdad.

Hay ahora mismo dos sangrientas guerras en nuestro terrible mundo globalizado.

De una parte, la que mantienen unos pocos fanáticos religiosos que dicen representar al islam. Asesinan y aterrorizan. No a los líderes del G8, no a los altos ejecutivos de las compañías del Dow Jones, del Ibex, del Footsie 100. Matan a la gente corriente –gente de cualquier raza, bandera o creencia- que coge el metro a las siete de la mañana para llegar al trabajo.

De otra, la de quienes se erigen en líderes de una santa indignación, la de quienes dicen representar los valores eternos de la Democracia y la Libertad. Y reparten a continuación bombas-margarita sobre los campos de Kandahar. Campos que luego se poblarán de adormideras, campos que serán atravesados por oleoductos que darán pingües beneficios.

Pero la verdadera guerra es ideológica y la tenemos aquí, en casa. Es la lucha por la prevalencia de la Razón sobre las vísceras.
Y me remito a este enlace.

03 julio 2005

Y el séptimo día, descansó.



Qué calor.

Qué de gente.

Qué mayor estoy.

Y qué bien lo pasamos!

02 julio 2005

Semana del Orgullo - Sábado

Hay quien desprecia el Orgullo. Incluso dentro del ambiente. A lo largo de los últimos años he escuchado muchas opiniones en contra. Unos alegan una excesiva politización al servicio de los partidos de izquierdas. Otros, por el contrario, el carácter carnavalesco del evento, su frivolidad. Hace poco leí en un blog la expresión "cabalgata de musculocas".

Hay que decir que todas esas críticas tienen un poco de razón. Los partidos de izquierdas han aprovechado a veces el poder de convocatoria del Orgullo para apuntarse un éxito fácil en la calle. Pero es que sólo los partidos de izquierdas han apoyado después las reivindicaciones –y han cumplido sus promesas. Rajoy ha dicho que ellos hubieran hecho una ley mucho mejor. Vale, tuvieron ocho años para hacerla y ni tocaron el tema.

Musculocas. Pues vale, te podrán gustar o no, pero su visibilidad y su poder de convocatoria son innegables. Y gracias a gente como ellos –pienso en las travestonas que figuraban en primera línea en aquellas manifestaciones primitivas de finales de los setenta, principios de los ochenta- se han conseguido muchas cosas y si hubiera sido por otros, más discretos (y me incluyo, mea máxima culpa), seguiríamos con la Ley de Peligrosidad Social.
Nos vemos esta tarde. It’s raining men!

01 julio 2005

Semana del Orgullo - Viernes



...Y ahora qué?

Ahora muchos se casarán. La mayoría serán parejas ya consolidadas, buscando reconocimiento y soporte legal a una vida compartida.

Pero seamos realistas: También habrá mucha mariquita y mucho bollo que se case por exhibicionismo, exaltación romántica o, simplemente, por dar la nota y montar un bodorrio. Errare humanum est.

A consecuencia de ésto, unos meses después comenzarán los divorcios gay. Que serán sin duda numerosos y que provocarán chanzas diversas y comentarios negativos en los medios de comunicación que todos conocemos. Sacarán estadísticas (siempre hay una estadística a favor de lo que uno dice).

Pues entonces, ni caso. Paciencia y a recordar los innumerables ejemplos de matrimonios heterosexuales fracasados después de una boda por la Iglesia, mucha seda salvaje y convite en el Ritz.